Cómo hacer un huerto urbano con tus amigos sin usar dinero

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Foto: Isadora Bonilla

“Mucha de la educación actual es monumentalmente ineficiente. Con frecuencia le damos a los jóvenes flores cortadas cuando deberíamos estarles enseñando a crecer sus propias plantas”.

-John W. Gardner

Cuando regresé a México después de dar la vuelta al mundo, decidí que como ritual para arraigarme plantaría plantas. También me pregunté si crear huertos urbanos podría mejorar la calidad de vida de  una urbe tan saturada de ruidos, contaminantes y personas como es el D.F. Pero la pregunta que más me picaba las costillas era si mis plantas crecerían, si serían bellas y fuertes, si yo, que nací y crecí en esta ciudad lejos de bosques y parques podría hacer crecer algo tan bello y frágil.

La buena noticia es que lo logré. Durante los últimos meses he reproducido malamadres, cactus y suculentas. He adoptado más plantas y a pesar de que perdí una hierbabuena que fue atacada por plaga, siento que el experimento ha sido un éxito. De tal manera que me decidí a dar un paso más allá.

Resulta que las bendiciones de mi vida incluyen amigos generosos, solidarios y creativos. Entre ellos está Isadora Bonilla quien desarrolla múltiples proyectos relacionados con hacer de este mundo un mundo mejor a través de la ecología, acciones saludables y la creación de comunidades donde podamos florecer como personas.  Ella me introdujo al Laboratekio una iniciativa para construir huertos urbanos a través del intercambio.

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Hacer los tekios, es el servicio al planeta tierra».

-Isadora Bonilla

Pero exactamente ¿en qué consiste un tekio? Para contestar esa pregunta, les contaré paso a paso mi experiencia. Primero que nada Isadora y yo nos pusimos de acuerdo sobre la fecha, hicimos un evento en FB para invitar a algunos amigos interesados en el tema y unos días antes nos reunimos para ira Cuemanco a comprar tierra, algunas plantas y conseguir los huacales en el mercado más cercano.

El día del  Tekio iniciamos preparando los huacales donde irían las plantas, también iniciamos una composta utilizando desechos orgánicos, hojas secas y tierra. Cada quien trajo lo que tenía, Isadora trajo semillas de rábano y caléndula, Mariana nos donó semillas de  lechuga y unas lombrices californianas para ayudar a la composta. Luego todos pusimos manos a la obra para trasplantar menta, lavanda, romero, ruda, apio, perejil y otras plantas.

Durante este proceso Isadora nos explicó cómo mantener a la tierra y las plantas sanas y llenas de los nutrientes necesarios a través de técnicas de permacultura. También nos aclaró que a pesar de que ahora sea invierno es bueno empezar a enriquecer el suelo; ya que esto permitirá que en la primavera, lo que sea que sembremos crezca más rápidamente.

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Foto: Isadora Bonilla

Después de trasplantar algunas hierbas cubrimos la tierra con hojas secas para protegerlas del frío invernal.  En total éramos siete personas y todo el proceso nos llevó sólo un par de horas. Al final, todos estábamos contentos. El ambiente se coloreó de la satisfacción de hacer algo útil  desinteresadamente. 

Una vez terminadas las actividades en el nuevo huerto, limpiamos un poco el área e hicimos comida con cosas que reunimos entre todos. Comimos juntos, brindamos, cantamos y reímos hasta que el fin de la tarde nos sorprendió, pues cuando uno la pasa bien, el tiempo pasa muy rápido.

Hoy descubrí con agrado que los primeros brotes de las semillas de rábano que sembramos ya han salido a la superficie para saludar al sol.  Al ver su inocencia me invadió una sensación de gratitud y alegría para con los que participaron en el tekio y con la tierra misma que puede lograr milagros.

 

Foto: Edmeé García
Foto: Edmeé García

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