«Respira poesía», un poemario spoken word de 6 poemas en 3 lenguas

Ilustración: Paty Ávila

Cuando empecé a leer mis poemas no sabía lo que me esperaba. No sabía que tendría momentos de sorpresa, energía inaudita, quebrantos y euforia, sólo por salir tras el deseo de ser poeta y usar mi voz como vehículo de palabras, vibraciones y vivencias. Y por qué no, como un medio para reconectarme con la expansión de mi propia consciencia, mi pasión y mi deseo de vivir,  de vivir de verdad aunque este contorsionado mundo terrenal insista en enaltecer la enajenación como modus vivendi.

Confieso que aún siendo tres lustros más joven me preguntaba ya sobre la utilidad de la poesía. Conforme crecí también llegué a cuestionarme el amor por ella, debido a la aparente inutilidad de mi afición para proporcionarme un sustento material. Entre tales preguntas y algunos periodos en que preferí sumergirme en el presente más que resucitar tan inquietantes cuestiones, surgieron tres poemarios de corte oral. Es decir, concebidos para ser leídos con otros, a través de la voz. Sus nombres son: «El Red Bitch Project» (2010), «Chilanga Habla» (2011) y «El Bombón Vudú» (2012).

Durante todo el 2013 me aquejó un agotamiento del que considero mi más valioso recurso: el tiempo. La clase de tiempo indómito que se usa para crear, no para producir. Simultáneamente experimenté un desencanto por la ausencia de condiciones que permitieran a los interesados en desarrollar el arte de la poesía en voz alta (renombrada bajo el anglicismo contemporáneo de spoken word) desarrollar sets que tanto conceptualmente como a nivel ejecución escénica, pudieran ser dignos compañeros de cualquier otro proyecto o propuesta escénica. De tal manera que la necesidad de nuevas ideas y nociones se hizo presente y con ella un nuevo periodo de aprendizaje que me llevó de las cabinas de radio a un viaje en el que circunnavegué el globo terráqueo de este a oeste a través de 12 países. Sobra decir, que ya fuese en Atenas, Bodh Gaya, Varanasi , Luxor, Aswan, Kyoto, Jerusalén o Machu Pichu las revelaciones se hicieron presentes y sin que yo lo supiera se convirtieron en piezas cruciales para los tiempos por venir.

Cuando regresé a México en 2015, experimenté la imposibilidad de un retorno a aquella vida que experimenté alguna vez en este lugar. Durante nueve meses, viví desencajada por completo, como si no existiesen presencia, ni integración de mi consciencia con mi cuerpo, su ubicación espacio-temporal  y los elementos tangibles e intangibles del contexto material, social y cultural. Mientras tanto en la tierra, mi camino era incierto y tenía más certezas sobre mis aversiones que con respecto a mis deseos.

Sin embargo, en esa temporada ocurrió una especie de incubación, ya que tuve tiempo de descubrir una nueva perspectiva sobre el poder de la palabra hablada y la poesía que se habla. Que por supuesto no se opone a la poesía que se escribe, pues la escritura nos ha servido para recordar, pero darle aliento a las palabras añade posibilidades y alcances de un valor incalculable para los humanos, tanto a nivel individual como colectivo.   Los poemas me parecen conjuros para experimentar un mensaje que no puede expresarse a través del uso lineal de lenguaje. Hablar poesía, es un acto de creación que se logra a través de insuflar aliento a los símbolos, que su vez se vuelven criaturas capaces de conmovernos, hacernos vibrar e impulsarnos a reconocernos como Uno, aunque atomizado en infinitas experiencias individuales.

De tal forma que cursando mi cuarta década de vida en este planeta he llegado a algunas conclusiones, pero también me quedan muchas interrogantes.  Quizá lo único cierto es que ahora estoy convencida no sólo del valor de la poesía, la voz y el poder del encuentro de las personas a través de estos rituales, sino también, de la iniquidad de los valores materialistas que permean el presente e inevitablemente definirán nuestro futuro.

Las cuestiones que he narrado son las que dieron fruto a cinco de los textos incluidos en esta colección. El único que pertenece a un tiempo anterior es «Los sonidos que me guardé», que surgió con el “El Bombón Vudú» y es una pieza sonora que aún no me he cansado de reinventar. Estas criaturas pasaron por un proceso de traducción al inglés y al portugués para ser presentadas en el marco de la Fiesta Literária das Periferias o FLUPP 2016, en una favela de Río de Janeiro, conocida como Ciudad de Dios. Donde fueron muy bien recibidas tanto por un público generoso como por una comunidad de poetas que también han decidido encarnar sus poemas y mirar en los ojos de otros para reconocerse. Ahora hago entrega de estos poemas al lector con la esperanza de que se deje llevar por la tentación de darles aliento y compartirlas a la menor provocación con quienes le presten oídos. Mi deseo es que estas seis piezas pasen de boca en boca en tres lenguas hasta que los tiempos trasciendan su mensaje.

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