Los sueños como un lenguaje que nos conecta más allá del tiempo y el espacio

Desperté por el ruido del teléfono, el maldito no dejaba de chillar. Lo cogí y tardé en reaccionar, pensaba que era la alarma, pero tenía una llamada entrante. Vi el identificador, F. Era de mañana, las siete u ocho. F no solía telefonearme. Yo en ese entonces vivía en la San Rafa, mi cuarto tenía un tapanco, y esa cualidad arquitectónica generaba la gracia de que pudiera olvidarme del mundo. Por la claraboya, también la tenía, podía admirar estrellas y cielo. A F la había conocido en un festival de poesía, y desde entonces quedábamos en algo: comer, beber un […]