Lo que te ancla a un lugar no son las cosas, no es la geografía, son tus relaciones. Conforme viajas te das cuenta que las personas que conoces en el camino y los intercambios que tienes con ellas a la larga son lo más significativo de cualquier travesía. De alguna manera podríamos decir que relacionarnos es la verdadera aventura.
El fin de semana me quedé de ver con una amiga para desayunar. Ella acaba de regresar a D.F. tras una larga temporada en el cono sur. Entre el jugo de naranja y los chilaquiles comentamos sobre como alejarte tanto tiempo te pone en un estado mental diferente; el cual no se termina con tu aterrizaje en D.F. Al contrario, ese es el principio de otro viaje, el de establecerte, y empezar de nuevo pero con una visión y un sentimiento distinto de ti misma. Es como un salto en la continuidad del ser.
Marcel Proust tenía razón cuando dijo “El único viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”. Efectivamente, el cambio en tu mirada hace que todo sea nuevo. Tanto que frecuentemente tienes que encarar una dura verdad: aquellas relaciones y actividades que te daban casa antes de irte ahora se sienten más que ajenas. Necesitas nuevos lugares y personas. Es un sentimiento que los viajeros entienden bien. Se llama cambio y lleva tiempo.
Si lo ves positivamente te darás cuenta de que esta situación es una gran oportunidad para llenar tu vida de cosas que eliges conscientemente. Puedes preguntarte qué quieres hacer, cómo quieres vivir y qué cosas y personas son apropiadas para ti ahora. De tal forma que puedes crear una vida por elección y no por inercia. Sin embargo, cuando un viajero llega de una larga travesía y se encuentra con que todo está por hacer (la casa, el empleo y un largo etcétera) puede experimentar agobio, ansiedad y hasta desazón. Es por eso que se me ocurrió escribir algunas sugerencias para sobrevivir (y disfrutar) esta etapa.
1.Date chance, acabas de llegar, Roma no se hizo en un día y tu nueva vida tampoco. Todo es un proceso. Tal y como tu viaje. Dale descanso a tu cuerpo y a tu psique y desde ese espacio empieza a crear tu nuevo mundo.
2. Déjate soñar con la vida que quieres vivir. Proyecta en el ojo de tu imaginación el lugar que te gustaría habitar, las clase de relaciones que te gustaría tener y las cosas que quieres hacer. Déjate entusiasmar por la oportunidad de crearlo.
3. No te reproches si no tienes ganas de ver a nadie. Es natural. De nuevo, date chance. Ese tiempo a solas es necesario para reconectarte contigo.
4. Has una lista de personas a las que te gustaría ver y poco a poco contáctalas.
5. No te dejes bajonear por aquellas personas que te dicen que cambiaste como si eso fuera algo malo. Si de verdad les saca mucho de onda es su conflicto, no el tuyo.
6. Si el empezar de nuevo realmente te está causando mucha angustia, no dudes en buscar ayuda. Asegúrate de que dicha ayuda vaya de acuerdo con tus valores e idiosincracia. Esto es crucial pues lo más importante es que estés con quien te da confianza y respete tu integridad, no importa si es un psicólogo, chamán o terapeuta de flores de Bach.
7. Contacta a personas con experiencias afines. Gente que pueda comprender tus sentimientos de extrañeza al volver a una casa que ya no se siente propia y con la que puedas hablar libremente al respecto.
8. Sigue tus intereses. Frecuentemente en la vida cotidiana hay cosas que no hacemos por que “no tenemos tiempo”. Bien, ahora tienes tiempo. Así que úsalo para hacer cosas que disfrutas. ¿Largas caminatas? ¿Paseos en bicicleta? ¿Aprender a cocinar? ¿Probar una clase abierta de meditación? ¿Mirar las nubes? ¿Pasar tiempo de calidad con tu familia? Ahora es cuando.
9. Crea tus propias rutinas y síguelas. Ya que te hayas recuperado de tu trajín viajero, levántate a cierta hora, desayuna bien, haz ejercicio, etcétera.
10. No te compares con nadie. Sobretodo no compares tu vida con la tus conocidos que no acaban de regresar tras una larga ausencia. Cada quien tiene su vida, sus logros y demás. Repito: no te compares.
Finalmente, recuerda que puede que esta experiencia sea nueva para ti, pero en realidad es tan vieja como la humanidad. Ya lo dijo Ibn Batuta alguna vez
“ Viajar- te da un hogar en mil lugares extraños, luego te hace un extraño en tu propia tierra”.
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