Intro y play
A veces me despierto con una canción, casi segura de haberla soñado. Luego si la canción existe la busco, para escucharla y si no existe, me queda la inquietud de sentir que debo crearla. Hace casi un mes tuve un sueño que narraré en este post, del cual desperté con una (muy necesaria) sensación de ecuanimidad frente a todo, incluyendo la tormenta. Lo más interesante fue que al despertar, descubrí las palabras perdidas del sueño en un álbum al que le tienen que dar play ya: El frío de la primavera del Doctor Destino.
El sueño
Todo comenzó como un sueño, en un lugar muy parecido a la tierra, en una versión mejorada de la Ciudad de México. Es decir, en una urbe más limpia, más funcional, sin grietas, vertical pero no empeñada en construir rascacielos babilonios sobre un suelo que se hunde, una ciudad más verde y un poco más viva. El sueño comenzaba conmigo estacionándome en la calle. Yo sentía que el vehículo que conducía era mi auto, aunque nunca he tenido un coche negro. Descendí, caminé un poco y lo siguiente que recuerdo fue estar frente a la puerta abierta de otro auto, en cuyo asiento trasero estaba Rodrigo Tovar, tcc. Doctor Destino.
Recuerdo tener conocimiento de que nuestro trayecto no sería corto y haber sentido una disposición para charlar abiertamente. Recuerdo que en algún momento estábamos transitando por lo que parecía ser una autopista sobre un puente que cruzaba un cuerpo de agua lo suficientemente grande como para parecer un mar a ambos lados de la carretera. Doctor y yo seguíamos conversando, sus palabras se sentían verdaderas, específicas, nutricias, existenciales y trascendentes. En algún momento del trayecto dejamos el territorio soleado atrás y el auto conducido por un chofer cuyo rostro no recuerdo haber visto nunca, continuó por lo la carretera hacia la lluvia.
Recuerdo haber mirado hacia la izquierda y ver que en los carriles de la dirección opuesta a la que transitábamos parecía haber una seria inundación con todo y olas de tres metros, coches medio cubiertos de agua y algunas personas tratando de salir del lío entre el shock y el pánico. Volteé a la derecha. El Doc emanaba una sensación de estabilidad contenida, una quietud ecuánime que después de unos momentos me empapó de calma. Miré hacia al frente. Nuestro lado de la carretera estaba seco.
Doctor Destino y yo continuamos nuestra conversación por el resto de nuestro largo y circular trayecto que terminó en el mismo barrio donde comenzamos. Al regresar al punto de origen, la puerta del auto se abrió y Doctor me hizo saber que este era el final del viaje. Descendimos del auto, Doc abordó otro vehículo junto con una anciana que no conozco, después de aclararme que no me tocaba acompañarlos en ese otro viaje, me hizo saber que estaría bien. Luego sin sonrisas, sin aspavientos, sin ceremonias, cerró la puerta y partió. Busqué mi auto sin encontrarlo y unos momentos después descubrí, gracias a un literato de apellido Cruz que se lo había llevado la policía al corralón, a pesar de no estar estacionado en un lugar prohibido. Acto seguido hizo presencia un joven en traje gris para darle seguimiento a mi infracción vehicular. Unos pasos después el joven ya no era tal, sino una mujer de edad media que se veía preocupada frente a mi cada vez más apasionado e iracundo argumento y antes de que el sueño se tornara en una pesadilla de autoridades corruptas me desperté.
Las palabras perdidas
A pesar de que la conversación que mantuve con Doctor Destino tuvo un efecto poderoso en mi psique y mis sentimientos, cuando desperté olvidé el contenido específico de todo lo que platicamos. Vanamente rumié mi memoria buscando nombres, pronombres, artículos y oraciones completas. Sé que no fue una charla superficial y a pesar de no poder recordar las palabras, la sensación que se quedó conmigo reunía aplomo, calma, ecuanimidad y tranquilidad frente a los imponderables de la vida.
Seguí pensando en el sueño durante toda la mañana, sin poder sacudirme la imagen de la carretera que iba de un paraje soleado a una lluvia intensa y de vuelta al sol. Entonces lo recordé: el Doctor había sacado un disco nuevo este año que entre las dificultades de mi mudanza y otras tantas sacudidas, no tuve oportunidad de escuchar tranquilamente. Así fue como le di play a El frío de la primavera de Doctor Destino y descubrí que contenía todas las sensaciones, sonidos y palabras perdidas de mi recorrido onírico.
El frío de la primavera de Doctor Destino
Antes que nada tengo que decirlo: soy fan de Doctor Destino. Me gustan sus beats precisos, pero fluidos, la sensación ligera, atmosférica y cósmica de sus piezas, la consistencia del ritmo en un punto preciso que ni asfixia, ni afloja. Amo la sensación de plenitud auditiva que me transmiten sus tracks y la cereza del pastel: letras reflexivas y profundas que distan mucho de los clichés temáticos del clásico rapero primerizo que no sale de los lugares comunes del braggadoccio que distingue a las batallas de rap.
Doctor Destino produce hip hop con maestría. Ha conservado algunos elementos a través de los años, pero cada álbum nuevo es simultáneamente una extensión y una transformación del anterior. Y es que Doctor produce todo el tiempo, no dejo de pensar en todos los tracks que se cocinan en su estudio, pero no terminan en ningún disco. Pero ese es el meollo del asunto, Doctor Destino no produce para ser famoso, ni para ser escuchado por las masas, produce porque siempre está en búsqueda de un sonido que sólo existe en su cabeza, porque aunque la música occidental sólo contenga un puñado de notas, los caminos de la expresión creativa permanecen incontables. A Doc le gusta tener “varios panes en el horno”.
Pero Doctor no es sólo un productor de hip hop, también rapea mejor que la mayoría de los raperos en español que he escuchado. Las letras de El frío de la primavera dejan muy claro que Doctor Destino puede ir de lo prosaico a lo profundo, de lo banal a lo trascendente y que no hay necesidad de engrandecerse a través de la promoción del propio ego (un recurso gastado pero vigente en el medio) para explorar la grandeza. Aunque al final dicha grandeza sea diferente a la que pintan los reflectores, pues deriva de comprender el proceso creativo como un continuum necesario que simplemente se acepta como tal.
El frío de la primavera de Doctor Destino empieza con Frío, un track instrumental que nos recuerda esos días de cielos encapotados que preceden la primavera. Luego pasa por todos los estados atmosféricos en un juego de luz, sombras y temperaturas. Desde el sol que ilumina y calienta al terminar el invierno, a la lluvia que interrumpe los días soleados y el bochorno del calor post lluvia que libera el petricor inundando las fosas nasales.
“Que si lo que dices está a mi alcance
Que si las personas saludan, saludo
Que si lloras es a mí al que escucho
Que si quiero saber de tu risa
Que si soy un mundo aparte
Que si soy como todos,
solo y miserable
Que si ilumino y encuentro mi centro
Que si me pierdo y jamás te encuentro
Y sí, me despierto y no lo entiendo”
Respirar, Doctor Destino
Una vez que respiras, el disco empieza a correr y no hay vuelta atrás. Después de tocar track tras track durante varios días, me rendí y admití mi ignorancia y curiosidad sobre el tema del que ahora escribo. Frente a tantas sensaciones y tan poca información, decidí contactar a Doctor Destino con quien tenía un buen tiempo de no hablar, para preguntarle sobre El frío de la primavera. Así fue como descubrí algo sobre el disco que no es precisamente claro cuando lo buscas en Spotify (u otras plataformas de streaming): el LP tiene un track cero. Doc me lo explicó diciendo:
“Siempre he tenido la idea de empezar de cero. Me gusta ese número, aunque sea el inicio de nada”.
También comprendí que aunque El frío de la primavera de Doctor Destino salió al público en la primavera de 2018, realmente reúne tracks que se grabaron y produjeron en el transcurso de cinco o seis años. Es decir, se cocinó al mismo tiempo que Doctor producía otros proyectos como DNA. Un proyecto en el que incluyó la participación de Alonnso, a quien podemos escuchar colaborando en un track de El frío de la primavera. Vía telefónica comentamos algunos detalles de los tracks del disco y las colaboraciones.
Por ejemplo, en Despacio, suena la voz de Adriana…
“ A Adriana la conocí cuando estaba estudiando portugués en el CELE y cuando hablaba con ella, siempre tenía esta voz rasposita. como llena de whisky. Yo sabía que en algún momento necesitaba usar algo de esa carraspera. Un día estábamos escuchando ese track, empezó como a tararear y dije: vamos a grabar eso».
En materia de voces, Romina participa en dos tracks Una o varias veces y Verde, amarillo y rojo. Con respecto a su participación Doctor Destino es contundente:
“Romina cada vez que canta ilumina el cuarto”
Con respecto a Verde, amarillo y rojo comenta:
Cuando estaba por fin tratando de editar y pensando en la idea completa del disco, estaba muy metido en la idea de estar dentro de la ciudad. Verde, amarillo y rojo es eso que puedo vivir a través de un semáforo, que es como la de ir y regresar por la ciudad todos los días, es como un ciclo en el que siempre estoy pensando».
Guaguancó incluye a Roger en el saxofón, cuyo papel en mi opinión es fundamental en el track y a Zaque, chief de Sonido líquido, haciendo lo suyo en las lyrics.
“Inicialmente había pensado en que fuera una colaboración nada más con Roger. En ese tiempo, justamente estaba viviendo en casa de Zaque, que lo escuchó, le gustó y le entró. Los procesos creativos a los que yo estoy acostumbrado no presentan como un esquema tan práctico. Me dedico a escribir porque necesito hacerlo y si hay alguien que está cerca de mí que está escuchando lo que yo hago y le mueve, pues qué mejor que hacer las cosas juntos. Esto es algo muy parecido a lo que he hecho en cuanto a colaboraciones de lyrics y Zaque rapea bien chingón”.
Alonnso “Crecen Flores”
“En algún momento cuando fui a una estación de radio, mostré ese track y un güey lo grabó y lo subió…pero esto fue hace como cuatro años porque también lo tenía enterrado con muchos otros proyectos. Para mí este era el single, sólo que todavía no tenía el soul de Alonnso en las guitarras. Yo soy muy fan de lo que puede llegar a hacer Alonnso en materia de producción musical”.
La realidad es que Doctor es una persona dedicada que se concentra en hacer cosas que le interesan. Él me lo explicó con las siguientes palabras:
«Me mantengo haciendo cosas que me disciplinan a ser mejor. Hago beats, sigo estudiando idiomas, sigo escuchando un chingo de música. O sea prácticamente eso es mi vida. Ahora estoy estudiando japonés y ruso».
Con respecto a la posibilidad de cualquier material nuevo precisa:
En el invierno me gustaría sacar un LP llamado De patios vacíos y corazones rotos. Tiene beats más rápidos, es más funky, un poquito más como hip hop house sin llegar a ser un track up tempo de 120 bpm. Los tempos del álbum oscilan entre 98 y 100 bpm. También tengo un álbum de beats que quiero sacar el próximo año, quizá en verano.
Y así mis queridos amigos, es como las conversaciones oníricas, en ocasiones terminan por convertirse en conversaciones reales.
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