Al final, gané el tercer puesto en el Slam Internacional de la FLUPP que este año se festejó en la Ciudad de Dios. Después de una semana en Río de Janeiro y una noche imprevista en Lima, debido a un retraso en el primer vuelo y la subsecuente pérdida de conexión del segundo , he vuelto a la Ciudad de México. Llegué toda sonrisas, abierta como una flor, rodeada de una esfera de luz y fuerza, cansada en el cuerpo y con la voluntad llena de energía. Luego, llegó el amanecer y con él, un lunes que cayó en miércoles y la resistencia a volver a una dinámica insatisfactoria de línea de producción sin sentido moral.
Llegar siempre es más difícil que irse ¿por qué será? Porque al llegar debes volver a integrarte a cosas que ya no te pertenecen. Es quitarte el traje de viajero del tiempo y ponerte de nuevo el uniforme de obrero, o peor aún de la secundaria. Regresar a una forma de vida que sientes pasada, pero que aún está aquí, ya que puede ser que mental y emocionalmente no te pertenezca más, pero la materia se crea con rezago a partir del conocimiento recién adquirido y la voluntad de un nuevo mundo posible. Porque para crear un nuevo mundo se debe avanzar entre las sombras y el riesgo de que los imposibles del pasado se manifiesten una vez más. Hay que estar dispuesto a revivir las derrotas.
A pesar de todo, insisto en decirme que quizá en los próximos meses encuentre más libertad, que quizá este recordatorio del sentimiento de expansión que existe en viajar sea sólo para no dejar de lado mi sueño y anhelo de vivir fuera de los esquemas “productivos” para integrarme a las posiblidades “creativas”. Sé que encontrarme fugazmente con otros seres, en un lugar desconocido es siempre revitalizante, más aún cuando oso abrir mi corazón sin miedo a las consecuencias.
He tenido buenos maestros que me han enseñado a ir más allá de la duda, a no dar espacio al miedo y sólo SER, dejar que lo que tenga que ser suceda, quitarme del camino para permitirme la expansión y la exploración de mi propia consciencia. Aunque volver a la rutina me pese como un gigantesco adobe de pirámide egipcia, me digo que esta es sólo otra parte del camino y requiere el mismo valor. No soy una víctima, soy sólo otro ser humano reflejando sus taras mentales en su realidad cotidiana. Pero quizá, viajes como este son sólo un aliciente para continuar la búsqueda de formas de existencia libertarias en la Tierra.
De alguna manera eso es lo que representa la FLUPP o Festival Literario de las Periferias por sus siglas en portugués, una forma práctica de materializar el idealismo de un mundo mejor, un mundo lleno de personas creativas, libres, orgullosas de su identidad, dispuestas a combatir con amor el miedo, a hacer resistencia con poesía, a creer que las ideas pueden detonar cambios de consciencia que ofrezcan alternativas reales a los retos de nuestro mundo material: pobreza, desigualdad, crueldad, marginación, ignorancia y violencia.
Estoy profundamente agradecida por el apoyo obtenido de parte de Karloz Atl y Comikk quienes me antecedieron en el viaje a Brasil y estuvieron pendientes de cada participación que tuve en el marco del FLUPP 2016. También con todo el equipo detrás de dicho festival que no escatimó esfuerzos, energía ni buen humor para hacer lo imposible, posible, aún después de lo vivido en Brasil políticamente después del golpe. Ellos también están luchando por sobrevivir a pesar de que los mecanismos gubernamentales bien podrían prescindir de la cultura y la vida amplia que ésta ofrece a las personas.
Igualmente agradezco a todas las personas en México y otros puntos del planeta que estuvieron pendientes de mis pasos, mandando buenas vibras y creando junto conmigo una realidad de celebración colectiva. Mi principal misión al salir de aquí para participar en la FLUPP era traer a nuestra consciencia comunitaria la noción de que no sólo posible salir de nuestra burbuja y compartir quienes somos con el mundo, también es importante. La noción de que a pesar del colonialismo, el neocolonialismo, el capitalismo, el racismo, el sexismo y el neoliberalismo salvaje, puede existir dignidad en cada uno de nosotros y nuestras palabras y de que en la medida en que honremos esa fuerza, podremos ir más allá del miedo para trascender los límites que otros nos imponen y que ignorantemente hemos decidido adoptar como propios. De tal forma que sólo nos queda dejar la auto complacencia y la desidia detrás para ir en pos de conocimiento, a la aventura y encarnar las palabras “sin pena, ni miedo” como Raúl Zurita nos enseñó alguna vez.
1 comentario sobre «FLUPP: un espacio para transformaciones trascendentes a través de la palabra»