A lo largo de mi vida me han preguntado muchas cosas con respecto a la escritura, pero creo que hasta el momento no he hablado (o escrito) llanamente sobre la verdadera razón por la que empecé a escribir. Ahora que soy una adulta que escribe a la gente le llama la atención que me dedique a esto, pero no le desconcierta. Sin embargo alguna vez fui una niña que escribía y a la gente le intrigaba el porqué. Sus prejuicios con respecto a lo que hacen los niños los llevaban al desconcierto, porque creían que “debería estar jugando” y su idea limitada de cómo se juega les impedía reconocer que escribir era (y es) mi forma de jugar. He estado pensando últimamente sobre la verdadera razón de mi escritura. Pues decir que escribo “porque quiero comunicar algo” es un cliché y no sirve de nada porque no me lleva a ninguna parte. Pero si escarbo un poco más en la cuestión debo de decir que lo que realmente me lleva a escribir es “comunicarme algo”. Es decir, creo que la razón por la cual me decanté por la escritura es porque esta ha sido mi forma de acompañarme en un mundo en el que la soledad abunda y las personas ya no se dan el tiempo de escuchar. En el que los videos de tres minutos y los reels de noventa segundos están a la orden del día pero las conversaciones profundas e íntimas y por lo tanto vulnerables son animales en peligro de extinción.
Crecí como hija única en una familia de tres personas, en la que yo era la única niña. Mis padres me amaban, pero entre sus trabajos demandantes, los largos traslados, altas dosis de estrés y sus ocupaciones domésticas no quedaba mucho tiempo para nada más. Lo cual implicaba que yo debía entretenerme sola la mayoría del tiempo. Pero lo que yo quería era hablar de cosas que me interesaban, de las cosas que vivía, lo que observaba, los libros que leía. Quería hablar del desasosiego que sentí cuando me percaté de que las personas que sentía que realmente me entendían, las que me eran realmente cercanas, “mis amigos” por así decirlo, estaban muertos, pues eran los autores de los libros que leía. Quería hablar de todas las cuitas cotidianas de la prisión escolar. Quería hablar de todo lo que me gustaría hacer que en ese tiempo parecía imposible. Creo que por eso empecé a escribir.
De acuerdo con mis padres, mis devaneos con el lenguaje comenzaron cuando tenía año y medio y comencé a hablar. Según ellos, seis meses después ya leía, pero escribir me tomó más tiempo. Lo logré hasta que tuve cuatro años. Recuerdo que cuando apenas podía trazar las letras con crayones ya tenía ganas de escribir historias, pero eso tomó mas tiempo. Pienso que quizá por eso empecé a escribir un diario a los ocho años y a los doce me planteé “escribir poesía seriamente”. Dos años después empecé a compartir mis poemas al aire en Radio UNAM. Tenía un compañero en la secundaría que sabía de mis andanzas, pero en general era algo “personal” y por lo tanto privado. Me tomó tiempo sacar los poemas de la caja de zapatos que refundía en un rincón bajo mi cama. Pero todo ese tiempo la escritura era mi compañera íntima, la tesorera de mis anhelos, la guardiana de mis vulnerabilidades, la amiga que me hubiera gustado tener en carne y hueso pero que no encontraba entre las multitudes de la matrix.
Hace unos meses César Yañez t.c.c. Drama, me entrevistó para Feedback, el podcast de Entre beats y barras. César hizo algo que hasta ahora nadie había hecho en una entrevista, me preguntó sobre mi infancia, sobre cómo crecí. Me di cuenta de que le intrigaba mucho aquello a lo que se refería como “mi relación con las letras”. Creo que al final quedó todo más claro, es decir que más que relacionarme “con las letras”, como una académica o una literata, me relaciono con el lenguaje. En mi camino lo he hecho a diferentes niveles, pues claro que he continuado poniendo los signos en la página, pero también durante más de una década explore las palabras como sonido a través del spoken word y la locución radial. Pero también he explorado el sonido más allá de las palabras a través de la voz. Pero también me queda mucho que decirme y por eso sigo escribiendo. Porque en estos tiempos posmodernos y pospandémicos, en los que nos sumergimos cada vez más capas de ilusorias a través de las pantallas de nuestros dispositivos, se multiplica la soledad, pero también quedan muchas cosas que me gustaría decir(me).
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Si quieres escuchar la entrevista que me hizo Drama puedes hacerlo por aquí: