Todos los años nuevos seguimos el mismo patrón, nos planteamos realizar un cambio, lograr y conseguir cosas que no obtuvimos el año anterior. Nos planteamos cambiar nuestra vida y transformarnos en la persona que siempre hemos querido ser, alguien que quizá le cause un poco de envidia a quienes somos ahora. La razón por la que lo seguimos haciendo es porque en la mayoría de los casos, al transcurrir el año seguimos siendo lo que siempre hemos sido, haciendo lo que siempre hemos hecho, reaccionado como siempre hemos reaccionado y nos sentimos como la misma persona, que muchas veces no es quienes queremos ser.
¿Porqué es tan difícil cambiar?
Primero que nada es porque estamos siguiendo una metodología inefectiva, es decir, queremos cambiar utilizando nuestra mente consciente. La cual por cierto, es sólo la punta del iceberg, digamos un 5% de nuestra mente, todo lo demás es subconsciente y es ahí donde nuestra verdadera programación se alberga. El subconsciente es el que guía todas las acciones que realizamos en automático. En segundo lugar, porque queremos cambiar desde nuestro ego, a base de fuerza de voluntad y muchas veces desde un diálogo bastante tóxico. Por ejemplo, digamos que quieres transformar tu cuerpo, porque después de las fiestas has tenido que cambiar de talla de ropa, tu diálogo interno probablemente vaya así “Voy a ir al gym, a la pista, a la alberca (o donde quiera que te ejercites) para bajar todo lo que me tragué”. Es decir, vas a hacer ejercicio no para sentirte bien, sino para castigarte por haber “tragado”. Es posible que vayas por la vida diciendo “no puedes hacer esto o aquello por que eres un(a) gordo(a)”. Con lo cual sigues reafirmando lo que no quieres ser, es decir gordo(a) y encima te castigas limitándote por ello. A lo que voy es que el ego no cambia al ego. El consciente no cambia al subconsciente y tanto nuestro cuerpo como nuestra vida son una expresión del subconsciente.
¿Cómo llega todo a este misterioso subconsciente?
Esta es una pregunta muy interesante porque para empezar el subconsciente no descansa, así estés profundamente dormido, el subconsciente registra todo lo que ocurre dentro de ti y alrededor de ti en tus diferentes planos de existencia. Además desde que nacemos hasta los cinco o seis años, los seres humanos vivimos en un estado muy susceptible. Voy a dar un poco de contexto para explicar esto. Hay diferentes ondas cerebrales, beta, alfa, theta, delta y gamma. Hoy nos vamos a enfocar en las primeras cuatro. Beta es el estado en el que nos encontramos usualmente cuando estamos despiertos, alerta y realizando nuestras actividades diarias. Beta tiene sus propias subdivisiones: beta superior, que es cuando estamos muy estresados en pleno modo de supervivencia, beta medio y beta inferior. Luego está alfa, este es un estado en el que aún estamos conscientes pero relajados, es un estado al que llegamos cuando soñamos despiertos, cuando meditamos, mediante la hipnosis o (y esto es muy interesante) cuando miramos la televisión. Es justamente en alfa donde está el umbral de la mente subconsciente.
Luego sigue theta, usualmente relacionamos estas ondas cerebrales con el sueño, aunque también se puede llegar a ellas a través de la meditación y la hipnosis. Finalmente está delta, sus ondas cerebrales son muy lentas y las relacionamos con el sueño profundo. En delta no hay sueños pero sí reparación del cuerpo. Ahora bien, decía yo que desde que nacemos hasta los cinco o seis años estamos en un estado muy susceptible y esto es porque sin importar que actividad realicemos estamos en theta. Así es, podemos estar despiertos, viendo las interacciones de la gente a nuestro alrededor, participando del mundo y todo en theta. Lo que quiere decir que todo lo que experimentamos y observamos se va directamente al subconsciente y se vuelve nuestra programación. De hecho usualmente suelo referirme a esto como “la programación original”.
¿Por qué somos como somos?
Es precisamente por eso que de niños aprendemos tan rápido todo, incluso los malos hábitos de las personas que nos rodean y la razón por la cual cuando crecemos repetimos las conductas y el tipo de relaciones e interacciones positivas o perjudiciales que presenciamos y experimentamos en nuestros primeros años de vida. Todo es parte de nuestro programa subconsciente que expresamos de manera automática mientras vamos por la vida adulta. El otro detalle es que la mayoría de nuestras vidas son rutinarias y como también hemos interiorizado esas rutinas, las realizamos en automático. Es decir, la mayoría de nuestra vida no estamos conscientes y realizando acciones deliberadas, sino que vamos como zombies, ejecutando nuestra programación subconsciente sin pensarlo, sin percatarnos y sin cuestionar nada. Ahora ya estarás pensando, bueno Edmeé pero entonces ¿estamos perdidos?, ¿no podemos cambiar?, ¿estamos condenados?, ¿es cierto entonces que “infancia es destino”?. Todas esas son preguntas muy válidas, yo también me las he hecho y tirando de ese hilo he encontrado algunas respuestas que a su vez me han llevado a una aventura de auto exploración mental y vivencial.
Entonces ¿hay una fórmula para el cambio?
Primero que nada quiero dejar claro que no soy fatalista, soy una persona pragmática. Es decir, aunque me guste viajarme en la abstracción de los modelos teóricos al final del día quiero saber de qué diantres me sirve esto o cómo lo puedo aplicar a mi vida. En otras palabras, quiero que mi conocimiento se vuelva algo aplicable, algo útil. Yo creo que sí podemos cambiar, pero que la mayoría de la gente no lo hace. Eso se debe a que un verdadero cambio exige una transformación profunda y eso conlleva cambios en todos los sentidos: en cómo nos concebimos, cómo nos relacionamos con nosotros, los otros y con el mundo, sus objetos y situaciones. Entonces la fórmula para la poción del cambio requiere de varios ingredientes:
1. Una decisión crítica y consciente.
Es decir necesitamos salir de nuestra inercia, despertar un poquito y permitir a nuestro ser consciente participar de nuestra vida. Necesitas decidir y desear ese cambio con cada célula de tu ser. La energía de dicha decisión debe ser más poderosa que la inercia de tu programación, que tus adicciones a sentimientos, objetos y situaciones. Tu deseo de cambio debe ser tan fuerte, que sientas que sin importar que pase, nada, ni nadie te va a detener. Nada ni nadie se interpondrá entre tú y ese cambio que tanto añoras. Nadie, ni siquiera tu yo condicionado. Especialmente, no tu yo condicionado y zombie.
2. Entender que nada ni nadie más te va a cambiar, sólo tú puedes hacerlo.
Nuestros condicionamientos culturales nos llevan a buscar que otros hagan las cosas por y para nosotros. Buscamos a un psicólogo, psiquiatra o médico que nos sane. Buscamos a un chamán que nos sane. Buscamos a un couch que nos diga como vivir. Buscamos que algo o alguien afuera de nosotros nos transforme internamente. Hay que entender que no es así. Que no podemos delegar aquello que nos corresponde a nadie más. Que cada persona nos aporta lo que sabe y lo que puede, pero tiene limitaciones. Lo cual me lleva al siguiente punto.
3. Información veraz, científica y adecuada.
Desde mi punto de vista cualquier persona que te diga que te va a hacer cambiar, que te va a sanar es a) un charlatán o b) una persona confundida. En tu aventura rumbo al cambio busca información veraz y científica sobre el funcionamiento de tu hardware (cuerpo) y tu software (mente). Los investigadores verdaderos no imponen dogmas, al contrario siempre dan la bienvenida a las preguntas, siembre buscan recabar más información y cómo sistematizar dicha información. Buscan hacer experimentos y les interesa que sean replicables. Eso es ciencia. Si una persona te dice que él o ella te va a sanar y tú aceptas esto, estás entregando tu poder… y como lo que hay que transformar es tú programación, no lo puede hacer alguien que no tenga acceso a ella. A eso me refiero cuando hablo que los otros tienen limitaciones con respecto a nuestro cambio. Sí, te pueden dar información, sí te pueden facilitar experiencias, sí te pueden acompañar en tu proceso, pero quien cambia eres tú.
4. Valor para cruzar el umbral de lo racional hacia lo desconocido.
La ciencia y el intelecto pueden ser nuestra plataforma de despegue hacia el cambio. Pero si realmente estamos buscando algo diferente, ese algo es desconocido y lo que no conocemos nos asusta. Vas a necesitar valor, no una vez, ni dos, ni tres, vas a necesitar valor todo el día, todos los días. Por que si tú cambias, tu vida cambia y eso significa que muchas cosas, personas, lugares y objetos que formaban parte de ella ya no estarán presentes.
5. Necesitas una metodología para acceder a tu mente subconsciente y cambiar tu programación.
También necesitas aplicarla todos los días, varias veces al día. Necesitas despertar del letargo del piloto automático y observar tu programación no como tu yo, sino como lo que es: tu programación. Esto requiere constancia y resiliencia. Seguramente estarás pensando que también requiere disciplina y nuestros condicionamientos nos hacen pensar en la disciplina como un general gritón que nos maltrata. Pero no, ese general gritón es la programación. Lo que realmente necesitas es mucha pasión. Pasión por lo que quieres, por lo que eres, por lo que estás haciendo, por la vida que añoras, por hacerla realidad y vivirla entregadamente.
Yo no te voy a cambiar, ni a darte el abc para cambiar tu vida, porque un post no es suficiente para eso. Pero te recomiendo que te acerques a autores y a libros de investigadores que hurgando en las ramas más recientes de la ciencia como la epigenética, la neurología, la psiconeuroinmunología, la física cuántica y demás han logrado construir tanto modelos como prácticas que las personas de esta era podemos aplicar. Puedes comenzar quizá con la Biología de la creencia de Bruce H. Lipton o Dejar de ser tú, o Sobrenatural, gente común haciendo cosas extraordinarias del Dr. Joe Dispenza, El campo de Lynne McTaggart, Las moléculas de la emoción de Candace B. Perth o Cuerpo eléctrico, salud eléctrica de Eileen Day McKusick, entre muchos otros. La ventaja de pertenecer a una civilización es que ya hay muchas otras personas que se han enfrentando con los mismos dilemas. Pero sobretodo, no sólo leas, no sólo escuches entrevistas ni veas documentales, aplica y practica todo lo que aprendas, vigila tus pensamientos, intérnate en el misterio de la vida y atrévete a cambiar.