Los lunes se me antojan para escribirles poemas, propios o prestados. Escuchados por ahí, descubiertos en baños, muebles, parques y azoteas. Los lunes se me antojan para poner el son de mi verdad a todo volumen. Principalmente porque al escucharme decirlo me recuerdo en qué dirección he decidido orientar mi energía. A veces pareciera que la poesía no le interesa a nadie, que no vende libros, ni paga sueldos, ni se puede comer con mantequilla pero que a pesar de ello goza de sorprendente vitalidad y con frecuencia nos toma por sorpresa. Indómita, permanece fiel a si misma y nos […]