Cuando empecé a leer mis poemas no sabía lo que me esperaba. No sabía que tendría momentos de sorpresa, energía inaudita, quebrantos y euforia, sólo por salir tras el deseo de ser poeta y usar mi voz como vehículo de palabras, vibraciones y vivencias. Y por qué no, como un medio para reconectarme con la expansión de mi propia consciencia, mi pasión y mi deseo de vivir, de vivir de verdad aunque este contorsionado mundo terrenal insista en enaltecer la enajenación como modus vivendi. Confieso que aún siendo tres lustros más joven me preguntaba ya sobre la utilidad de la […]