La etapa de preparativos para el viaje que me llevó a dar la vuelta al mundo de este a oeste a través de doce países estuvo llena de emociones fuertes.
Tuve momentos de inspiración, pero también hubo momentos en que la tarea que tenía frente a mí era atemorizante. Es decir, la mayoría del tiempo me sentía entusiasmada con la aventura que me esperaba y de vez en cuando me caía el veinte de lo que se supone iba a hacer y me daba vértigo. Me la pasaba pensando variantes, escenarios. Anticipando cosas, investigando y aprendiendo sobre las nuevas formas de viajar y cómo cuidar de mí durante el viaje.
En esos días -a los que frecuentemente les faltaban horas- el poema «La puerta» del poeta e inmunólogo checo, Miroslav Holub- me inspiró para entregarme a la aventura de lo desconocido.
Ahora que estoy de vuelta en México me doy cuenta de que el viaje no se ha terminado. El viaje nunca se termina, estamos en tránsito sobre la Tierra y debemos aprender muchas cosas. De tal manera que continuamente necesitamos renovar ese espíritu de aventura que nos permite avanzar sin importar que desconozcamos el futuro. He aquí el poema:
Ve y abre la puerta.
Quizás afuera haya un árbol,
un bosque, un jardín,
una ciudad mágica.
Ve y abre la puerta
Si hay niebla, se despejará.
Ve y abre la puerta.
Aunque no haya nada más
que el tictac de la noche,
aunque no haya nada más
que el sordo aire,
aunque no haya nada,
ve y abre la puerta.
Al menos hará viento».
Fotos de la autora.